viernes, 2 de enero de 2009

Los caminos de la vida

Nada es tan vacío como un 1 de enero. "Son como tres domingos juntos", me dijeron casi al oído. El exceso y el ruido penetrante se transforman, en cuestión de horas, en un silencio perenne.
Los parlantes más grandes que nenes de 10 años, ya se escondieron. La ciudad es un desierto. Difícil encontrar a alguien levantado. El que logra estar en pie, apenas puede balbucear su nombre. Con amigos, vecinos o familiares, la consigna para esos que piensan que el mundo se termina en vez de que se inicia un nuevo año, es no parar jamás. Nunca pude determinar que tiene su hígado que no tenga el mío para aguantar de ese modo.
A lo lejos, todo lo opuesto. Un señor de avanzada edad, en calzas, se prepara para correr.¿Qué habrá tomado? ¿Hay que llegar a esa edad para entenderlo?
Conseguir un remis, es más difícil que esquivar los charcos en la vereda, acumulados por la lluvia copiosa que le aguó la fiesta a más de uno. "A mí, la tormenta no me detiene para divertirme". Lo tengo que oír de quien precisamente, no lo deseo: el taxista que me lleva a casa. "Compadre, ¿sabés qué konga la metí? Estamos esperando que se levante el puto del almacenero que no nos quería vender vino. Se fue a dormir el ortiva".
"Perdón, ¿estás en pedo?"
"¡Mavaleeeeeee! Si es año nuevo".
"Listo maestro, dejáme en la esquina"
"¡Cómo vas a ser tan ortiva! Mirá que me tenés que pagar el viaje lo mismo.
"Te lo pago, pero con vos no voy ni a la esquina. Si te querés hacer mierda, hacélo. Esta es mi parada".
"Andá careta. Pirá, pirá".
Los minutos se hacen largos a la espera del siguiente auto, se transforman en casi una hora. Para cuando logro avistar un remis, los ojos apenas divisiban la banderita libre y lograban mantenerse vivos, como sostenidos por dos broches.
En poco más de 15 minutos, el barrio me ve renacer. En la esquina, están sentados los mismos de siempre. Para ellos, la milonga se hizo larga y la música nunca cesó.
Me invitan un trago y cómo me voy a negar. En lo que me doy cuenta, estoy bebiendo a la par del remisero que decidí abandonar a mitad de camino. Nosé por qué está ahí, a quién conoce. Su estado etílico le impide reconocerme. Y yo, decido brindar sin parar con él y los demás, porque el el año empieza y no se sabe si lo vamos a terminar. Ahora los entiendo. Salud.

5 comentarios:

Pedro Noli dijo...

Buen año para ustéd, que se lo merece.

Anónimo dijo...

caminos que muchas veces no sabemos para donde nos llevan...
salú

el Rafa dijo...

Salud mi viejo querido!!!! Espero que el 2009 te traiga muchas cosas que te hagan bien y aunque sea alguna de las vos quieras. Abrazo fraterno.

miguel dijo...

Juan,buen relato lo he disfrutado sobre todo la primera parte
..."Son como tres domingos juntos", me dijeron casi al oído. El exceso y el ruido penetrante se transforman, en cuestión de horas, en un silencio perenne.....
y la charla con el remisero no tiene desperdicio,y lo mas comico que brindaste con el tipo.y ni cuenta se dio que eras el "ortiva" que minutos atras se habia bajado de coche¡¡

Unknown dijo...

La verdad que las fiestas de fin de año y los feriados dan para yodo chango!!!!
aguante el 2009 y buenos dseos para tu vida.